jueves, 30 de julio de 2009

CRIMEN ATROX: Una introducción a la Teología Dogmática del Holocausto (II)




¿Cómo se explican estas falsificaciones? La pregunta ciceroniana del cui bono se contesta fácilmente en este caso, pues los documentos construidos justifican a los vencedores de la contienda y benefician al sionismo internacional: sin Holocausto ¿podría poseer Israel armas nucleares? Los medios y la oportunidad para confeccionar apócrifos están también claros: tras la capitulación incondicional del Reich alemán y el arresto del Gobierno encabezado por Doenitz, el bando victorioso disponía, con completa impunidad, de todos los elementos para la elaboración de falsificaciones (judíos germanoparlantes, papel membreteado, sellos, maquinas, originales con numero de acta que pudieran hurtarse para los apócrifos), pero ciertos vestigios de la adulteración pueden detectarse, ya que los falsificadores estaban en lucha contra el reloj y no podían controlar ni corregir todas las consecuencias de sus manipulaciones. No existe el crimen perfecto sino, a lo sumo, el crimen que no se descubre.

En general los historiadores ortodoxos de la actualidad renuncian a presentar documentos probatorios de un plan de exterminio y adoptan la Tesis del Lenguaje Secreto. Previenen al lector de que no vaya a interpretar los documentos tal como están: eso seria una ingenuidad, ya que -dicen ellos- el significado de los términos en el lenguaje burocrático nazi difiere del significado habitual. Desde luego esta afirmación gratuita requiere fundamentación, por ejemplo, un código de desciframiento, o una prueba similar que hasta ahora no ha sido presentada.

EL HECHO DEL HOLOCAUSTO

Pasemos a la segunda cuestión. El hecho del Holocausto ha sido establecido por el IMT Nuremberg y los sucesivos historiadores oficiales sobre la base de cálculos estadísticos demográficos, confesiones y, predominantemente testimonios de testigos oculares, los judíos “sobrevivientes del Holocausto “: a veces se exhiben fotos de campos de concentración como si éstos fueran una prueba. Sorprende que en esta lista no figuren peritajes técnicos. Si el lector tuviera la mala idea de liquidar a su vecino de tres balazos, no podrá ponerse de acuerdo con sus amigos y echarle la culpa al Hipopótamo Metafísico. Una investigación comenzará con un examen del cuerpo del delito, del arma homicida y del lugar del hecho. Primero están las realidades tangibles y sólo después lo que se declara sobre ellas.
Sorprende también que los soviéticos, inmediatamente tras la “liberación” del KZ Auschwitz (21.1.1945) no hayan informado exactamente sobre cámaras de gas. En Pravda del 2.2.1945 aparece un informe errático de un tal B. Poleweu desde Auschwitz, donde curiosamente el corresponsal no encuentra más que rumores, a pesar de que adopte un tono apocalíptico y fantasee con sillas de tortura de la marca “Krupp”, Poleweu informa que había una cinta transportadora eléctrica (elektrokonweira) que permitía electrocutar simultáneamente un centenar de personas y traladarlas a los crematorios; agrega, sin embargo, que él no la vió... pues los nazis habían eliminado todas las huellas... Habla de “aparatos móviles para el asesinato de niños (sic), pero que esos aparatos ya no estaban. Cuenta de unas cámaras de gas en “la parte oriental” del campo de concentración, que habían sido transformadas en garajes. A fin de cuentas, Poleweu no vio absolutamente nada: ¿dónde están las cámaras de gas y la consabida escenografía, las montañas de zapatos, anteojos y piezas dentales, las prendas de las víctimas?
Al fin y al cabo los soviéticos fueron lo suficientemente inteligentes como para masacrar a 15.131 oficiales polacos en los recónditos bosques de Katyn y no en las puertas de Wilna o de Lemberg. ¿Por qué iban a elegir los nazis un complejo industrial como Auschwitz para ejecutar un plan secreto de exterminio? Dentro del territorio controlado militarmente había miles de mejores lugares para efectuar ejecuciones masivas.
Importante es esto: desde el primer momento se carece de evidencia empírica, sólo se catalogan rumores. Los historiadores posteriores se mantienen fieles a ese método. Obras Standard de la ortodoxia son las de Eugene Kogon, Der SS Staat (1947), Leon Poliakov, Breviaer Hianne (1951), Raul Hilberg, The Destruction of the European jews (1961). Es casi enternecedor leer el prologo de Kogon que el libro fue escrito por encargo de la división Intelligence Team/Psychological Warfare División del ejército de ocupación ingles.
El revisionismo se vio obligado a comenzar con la ponderación de estadísticas y con la critica interna de los documentos presentados, siendo el francés Paul Rassinier quien descubriera las incongruencias más importantes en el relato del exterminio por parte del bando vencedor. Es claro que las estadísticas demográficas se desequilibran en tiempos de guerra, con emigraciones y deportaciones, y tanto holocaustistas como revisionistas se remiten a las confesiones de inculpados y declaraciones de presuntos testigos oculares. La “historia oficial” queda representada en Alemania Occidental por el célebre Institut für Zeitgeschichte (IfZ) de Munich.
Una declaración de importancia difícil de exagerar es la que hace nada menos que el colaborador y luego Presidente del IfZ, Martin Broszat, en carta al semanario Die Zeit, publicada en la edición del 19.8.1960. Allí se afirma:
“Ni en Dachau ni en Bergen Belsen, ni en Buchenwald fueron gaseados judíos u otros prisioneros. La cámara de gas de Dachau no fue nunca terminada ni puesta en funcionamiento (...) La aniquilación masiva de judíos mediante gaseamiento comenzó en 1941/42 y se llevó a cabo exclusivamente en los pocos lugares que disponían de dispositivos técnicos, sobre todo en territorio polaco, pero jamás en territorio del antiguo Reich”.
Las consecuencias de esta declaración son terribles. ¿Comprende el lector por qué? De un plumazo quedan invalidadas todas las declaraciones de testigos y confesiones referidas a gaseamientos en los campos de concentración del territorio del Reich. ¿Qué decir de las declaraciones de testigos como el Dr. Franz Blaha, formuladas el 11 de enero de 1946 ante el Tribunal IMT Nuremberg y reproducidas en IMT, tomo V, pag. 198 ? Allí se lee:
“La cámara de gas de Dachau fue concluida en 1944; yo debí presentarme ante el Dr Rascher para examinar a las primeras vÍctimas. De las ocho o nueve personas que se encontraban en la cámara de gas, quedaban vivas aun tres”.
El Dr Rascher, medico del KZ Dachau, fue condenado a muerte en 1946 sobre la base de tales testimonios, que ahora resultan ser reconocidamente falsos. Faurisson argumenta que quien quiera sostener la existencia de cámaras de gas en Auschwitz basado en el testimonio de supuesto “testigos oculares” debe mostrar en qué se diferencian estos testimonios de aquellos referidos a Dachau. La argumentación de Faurisson es impecable: con similares elementos de juicio no pueden derivarse asimetrías.
Si bien la declaración de 1960 fue fatal para la “historia oficial”, hay que colocarse en la posición del profesor Broszat. El se veía obligado a dar ese paso a causa de los trabajos de Rassinier y la circunstancia de que un examen de estos campos de concentración hubiera hecho dudosos los resultados deseados. Por ejemplo, a propósito del KZ Dachau, a pocos kilómetros de Munich, se afirma que el gas procedía de las duchas, leyenda que se hiciera famosa. Pero ocurre que las duchas que fueron consideradas bocas de gas eran las únicas duchas que se encontraban en Dachau: de ser cierta la versión oficial, el KZ Dachau hubiera carecido de duchas reales, favoreciendo las epidemias de tifus que se querían evitar en un campamento de trabajo. Es más aun, las cañerías de agua pueden detectarse aun hoy.
La declaración de Broszat provocó un vuelco de la atención hacia Auschwitz y, a la vez, una intensificación de los estudios revisionistas, al verse corroborados las sospechas de tergiversación. Aunque ninguno de los testigos oculares de cámaras de gas en territorio alemán fue acusado de falso testimonio, el valor de sus declaraciones se redujo a cero y quedó demostrado que el Holocausto necesitaba de mentiras para defenderse. Es en ese clima que los historiadores oficiales subrayan la importancia de las “confesiones” de Rudolf Hoess. Comandante de Auschwitz ejecutado en 1947 (las confesiones habían sido editadas por Broszat en 1958). Y es en ese clima que se celebra el proceso de Frankfurt conocido como Auschwitz Prozess, donde el gobierno de la RFA impide a Paul Rassinier declarar como testigo y la Justicia alemana comete su primer crimen, como después se verá.
Las investigaciones revisionistas se expanden en múltiples direcciones: un examen de los elementos jurídicos obrantes, tal como llevara a cabo el ex-juez Dr. Wilhem Stäglich, culminando con su libro Der Auschwitz Mythos (1979): una concentrada critica interna de las confesiones y declaraciones de testigos, con que iniciara sus trabajos R. Faurisson; un escrutinio de las posibilidades técnicas del Holocausto, como el que presentara el norteamericano Arthur Butz en su The Hoax of the Twentieh Century (1977). De la reunión de esos componentes nace la acribia del revisionismo contemporáneo, que se manifestará estrepitosamente en los juicios de 1985 y 1988 contra Ernst Zündel en Canadá. El Leuchter Report y el dictamen de Germar Rudolf en el juicio contra el Gral. Otto Ernst Remer, las publicaciones de Walter Lüftl, Presidente de la Cámara Federal de Ingenieros de Austria, marcan hitos en la marcha triunfal del revisionismo. Los impresionantes resultados pueden leerse en la obra editada por Ernst Gauss: Grundlagen zur Zeitgeschichte. Ein Handbuch über strittge Fragen des 20. Jahrunderts (Fundamentos de la Historia Contemporánea. Un Manual sobre cuestiones debatidas del siglo XX), Tübingen: Grabert verlag, 1994. Tras dos meses de circulación, el libro fue prohibido y los ejemplares de la editorial incautados. Germar Rudolf está condenado a dos años de prisión efectiva. Estas circunstancias hacen útil un resumen de los resultados revisionistas.

RESULTADOS DEL REVISIONISMO CONTEMPORANEO

Rassinier era un hombre venido de las Humanidades, Rudolf es un químico. El revisionismo histórico pasa de una etapa predominantemente filológica a otra donde se incorporan cada vez más consideraciones técnico-científicas. Recordemos la maniobra de Broszat para apreciar la índole de estos cambios. La jugarreta de ubicar el lugar de los hechos detrás de la Cortina de Hierro agradó a los historiadores y sobre todo a los interesados en el Holocausto: siendo el sitio inaccesible, el peso de la investigación recaía sobre las confesiones de los asesinos y las declaraciones de los testigos, no sobre lo que podríamos llamar el “arma homicida” y los peritajes técnicos.
Las declaraciones arquetipicas se encuentran en el Informe de Gerstein, dado a conocer por Leon Poliakov; en las confesiones de Hoess, editadas, como ya mencionadas, en 1958 por Martin Broszat con el titulo Kommandant in Auschwitz; en los testimonios del medico húngaro judío Niklos Nyiszili, que publicara el mensuario de Jean Paul Sartre Les Temps Modernes en marzo de 1951. Vamos a considerar brevemente cada caso.
El caso de Niklos Nyiszli fue liquidado por Paul Rassinier, hoy sabemos que ese personaje Nyiszli no existió, sino sólo un periodista judeo-frances, Tibère Krémer, que se hizo pasar por el traductor del supuesto medico judío. El informe de Nyiszli abunda en absurdidades. Entre otras, el supuesto testigo ni siquiera sabe cómo se llegaba desde el limite rumano-hungaro hasta Auschwitz y traza un geografía imposible. Esto no impidió a Sartre dar crédito al testimonio.
El caso de Hoess, comandante de Auschwitz hasta 1943, ilustra sobre el modo en que se obtuvieron confesiones en el IMT Nuremberg. Una obra reciente (R. Butler, Legions of Death, London, Arrows Books, 1986, pp 235 ss) describe sin escrúpulos , con el acuerdo del principal torturador (un judío, Bernhard Clarke, a quien se agradece en el prologo) el tratamiento a que fue sometido Hoess por el British Intelligence Service. Eso ya lo había dado a conocer Hoess mismo durante su cautiverio en la zona polaca, sin que los historiadores se dieran por aludidos. Una vez que Hoess escribe sus confesiones para los polacos es ejecutado. Veamos:
“El 11 de marzo (de 1946) a las 23 hrs., fui capturado. Mi ampolla de veneno se había quebrado dos días antes (...) Me maltrató mucho la Security Field Police (...) Mi primer interrogatorio se llevó a cabo bajo “pruebas contundentes” (schlagende Beweise). Lo que está en el protocolo no lo sé aunque lo haya firmado. Es que el alcohol y el látigo eran también demasiado para mí. El látigo era el mío, que por casualidad había ido a parar entre las cosas de mi mujer. Apenas lo había sentido mi caballo, mucho menos los internos. Pero uno de los interrogadores estaba convencido de que yo vapuleaba continuamente a los internos con ese látigo. Luego de unos días me condujeron a Minden, la Central de Interrogatorios en la zona inglesa. Allí recibí del primer fiscal, un mayor, un tratamiento aun peor. Después de tres semanas, sorpresivamente fui rasurado, me cortaron el cabello y me permitieron asearme. Desde mi captura no me habían abierto mis esposas.”
(Kommandant in Auschwitz, con prologo y comentario de Martin Broszat, Stuttgart, Deutsche Verlagsanstalt. 1958. Pp. 145-146.
Las confesiones así obtenidas recibieron las signaturas NO-1210 (en alemán) y PS-3868 (declaración jurada... ¡en ingles!) y se aceptaron en el IMT. Hay allí numerosas absurdidades, incluso un campo de exterminio en un lugar imaginario: “Wotzek en las cercanías de Lublin”. Butz dedica el capitulo IV de su obra al análisis de PS-3868.
Es curioso que las confesiones o memorias durante el cautiverio polaco, escritas en 1946 sólo aparecieran en 1958, sin que aun hoy día esté aclarada la base documental: facsímiles reproducen un escrito en tinta, mientras Hoess asegura que él escribe con lápiz. La edición de Broszat procede sin respetar las normas usuales de publicaciones científicas. Broszat se permite incluso omitir párrafos cuya absurdidad comprometería el documento entero. Rassinier, Stäglich y Faurisson han llevado a cabo una minuciosa crítica interna de ese documento. De nuevo tenemos ahí un collage de elementos auténticos y falsos.
El Comandante Richard Baer (substituyó a Hoess en 1943 en Auschwitz ) sufre un destino singular a raíz del Proceso de Frankfurt, en la democracia de la postguerra. Principal acusado, detenido en 1960, Baer sostiene con firmeza en los interrogatorios previos al proceso que no hubo cámaras de gas en Auschwitz. Por su competencia en la cuestión, Baer era un obstáculo para el éxito del proceso. Pero Baer, hombre saludable y de recia constitución, muere repentinamente en la cárcel el 16.6.63, a la edad de 51 años -antes del juicio-. El Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Frankfurt declara en el informe de la autopsia: “ante la situación general no puede exlcuirse el uso de un veneno sin olor ni sabor”. En consecuencia el Fiscal General Fritz Bauer, de origen judío, da orden de incinerar el cádaver. Inmediatamente después de estos hechos edificantes comienza el proceso, aunque formalmente hubiera podido iniciarse desde octubre de 1962.
Tras esta breve referencia a los testimonios de Nyiszli y Hoess, pasemos a Kurt Gerstein, a quien un estafador como Hochhut asignó el papel de héroe en la pieza teatral “El Vicario”. El caso de Gerstein (cuyo principal publicista científico fue Leon Poliakov) es especialmente instructivo, debido a las investigaciones recientes de Henri Roques. Como Roques refiere en su tesis doctoral de 1985 en la Universidad de Nantes, descubrió que existen por lo menos seis versiones de las “Confesiones de Gerstein”, unas manuscritas, otras mecanografiadas, unas en francés, otras en alemán, otras más en inglés. Dos o tres originales son auténticos. Pero el contenido es tan disparatado que uno se pregunta cómo puede haber historiadores exterminacionistas que hayan tomado en serio semejante texto.
Gerstein dice en la pagina 3 de su informe mecanografiado Les hommes nus sont debout aux pieds des autres 700-800 a 25 mètres quarrés,/à 45 m cube!
y para que no quepan dudas lo repite poco después en la misma hoja, de nuevo con signos de admiración:
“Le Diesel/ commence. Jusqu´à ce moment les hommes dans les 4 chambres déjà remplis/ vivent, 4 fois 750 personnes à 4 fois 45 mètre cube !”.
¿Entiendes, Fabio. Lo que estoy diciendo? Parece un chiste. Unas 750 personas en una superficie de 25 metros cuadrados, significa lo mismo que 30 individuos por metro cuadrado (imaginarse treinta personas en una cabina de teléfono). Además, no podían transcurrir más de dos horas y media en esas condiciones sin que las víctimas murieran de asfixia, sin precisar de un Diesel.
Dando pruebas consumadas de deshonestidad intelectual, Leon Poliakov retoca el texto, substituyendo “25 metros cuadrados” por “93 metros cuadrados” y eliminando las dos apariciones de “45 metros cúbicos”. Robert Neuman se decide por disminuir el numero de víctimas, reemplazando “700-800” por “170-180”.
Gerstein arriba el 18.8.1942 a Belzec. Al día siguiente tiene su experiencia o visión. Resumamos algunas de las otras absurdidades de su Informe:
- Un niño de tres o cuatro años, solo, distribuye a una multitud de 5000 deportados cordeles para atar los zapatos.
- En la mayoría de las versiones,Gerstein, habla de una montaña de zapatos de 35-40 m de alto, en otra versión de 25 m. En el primer caso correspondería a la altura de un décimo piso, en el otro a un séptimo. ¿Como se formaban pilas de esa altura? ¿Había también ascensores para depositar los zapatos en la cúspide?
- Gerstein dice observar por una mirilla si aun había víctimas con vida. ¿Cómo lo logra en un recinto de esas dimensiones y con tal aglomeración?
- Los motores Diesel no son adecuados para provocar una intoxicación con monóxido de carbono.
-Gerstein establece 20-25 millones de víctimas judías en los KZ de Belzec y Treblinka, una cantidad superior a la de los judíos europeos.
¿Era Gerstein un esquizofrénico? ¿O quería dejar una indicación para futuros investigadores? ¿O estaba dando un mensaje en clave?
No sabemos eso. Lamentablemente, luego de sus confesiones, Gerstein se “suicida” en la cárcel. Sí sabemos que es más que penosa la hipótesis urdida por Poliakov para explicar las absurdidades: “Gerstein era un hombre sin relación con los números” (Le Monde, 8.3.1979). Habiendo sido Gerstein ingeniero en construcciones (Bauingenieur) la ocurrencia de Poliakov resulta desafortunada.
En la obra de los exterminacionistas Kogon/Langhein/Rückerl: Nationalsozialistische Massentöttungen durch Giftgas [Ejecuciones Masivas Nacionalsocialistas mediante Gas Venenoso], Hamburg, Fischer, 1983, se presenta en pp. 171-174 el Informe Gerstein comprimido y cuidadosamente aligerado de todas las absurdidades que son las que deciden el valor de ese documento.

LOS RESULTADOS DEL PROCESO ZÜNDEL EN 1985

El proceso a Zündel en Canadá trajo la sensación. El experto Nº1 en Holocausto era el Prof. Raul Hilberg, el sobreviviente y testigo Nº1 del Holocausto era Vrba. Ambos aceptaron declarar para la fiscalía. Y por primera vez, un abogado defensor aceptó arrojar el guante a los exterminacionistas y efectuar un interrogatorio crítico.
En el interrogatorio hizo primero su aparición el Prof. Hilberg, el “Papa del Holocausto”. Acosado por Douglas Christie, el abogado de Zündel, fue retrocediendo en toda la línea. Hilberg quedó humillado, debiendo reconocer que no podía dar pruebas de lo que constituía su ocupación profesional como historiador. Hilberg no podía dar pruebas ni de la existencia de un plan de exterminio, de una orden de Hitler, de una instrucción general, de un presupuesto para la gigantesca empresa del genocidio. Hilberg, sumo historiador del Holocausto, tampoco había requerido pericias técnicas sobre las cámaras de gas, sobre los crematorios, ni había leido un informe de autopsia donde al menos se constatara la muerte de un interno por gas tóxico.
En ausencia de pruebas, la atención se centró en los testigos presenciales, en este caso los judíos Arnold Friedman y el Dr. Rudolf Vrba.
Al hacerse más y más minucioso el interrogatorio de Christie, el “testigo presencial” Friedman pierde los nervios (Acta Queen versus Zündel, Toronto, 21.7.1985, pp 445 ss) y finalmente reconoce que él personalmente no ha visto nada sino que lo sabía de oídas y -éstas fueron sus palabras- se lo había oído contar a personas que le parecían dignas de crédito, que si hubiera escuchado al Dr. Christie antes, probablemente hubiera adoptado su punto de vista.
Liquidado Friedman, el peso de la prueba recaía sobre Vrba, al cual no le gustaba nada esta inaudita forma de interrogar a sobrevivientes del Holocausto. El Dr. Vrba había sido la fuente principal del War Refugee Board de 1944 (publicado por el presidente Roosevelt) y después escribió con la colaboración de Alan Bestic la obra I Cannot Forgive (New York, Bantman, 1964). En el prologo había puesto Bestic:
“Indeed I would like to pay tribute to him for the inmense trouble he took over very detail: for the meticulous, almost fanatical respect he reveales for accuracy”.
Y justamente éste es el talón de Aquiles de las mentiras, el problema de detalles concretos. Con el correr del interrogatorio se hacia cada vez más ostensible la cantidad de inexactitudes, errores y mentiras para los cuales Vrba no podía encontrar una explicación satisfactoria. Al fin tuvo la insensata ocurrencia de declarar que en su libro había hecho uso de la licencia poética que asiste a todo autor. Semejante declaración irritó al fiscal Griffiths, que había citado a Vrba como testigo, convencido de su veracidad. Griffiths, ofuscado por las mentiras de Vrba, lo increpa así:
“You told Mr. Christie several times in discussing your book I Cannot Forgive that you used poetical license in writing that book. Have you used poetic license in your testimony?”. (Acta..., p. 1636).
Tres años después, en el segundo proceso a Zündel (1988) la fiscalía renuncia a citar “testigos presenciales”. Y el Prof. Hilberg se negó a presentarse como experto.

ELI WIESEL: “¿NOS VAMOS CON LA SS?

Ciertamente hay muchos “testigos presenciales” que aparecen en los medios, ante periodistas obsecuentes. Como síntesis echemos un vistazo a uno de los más celebres. El judío y Premio Nobel Eli Wiesel es autor de La Nuit (Paris, Les Editions de Minuit, 1958), prologado por François Mauriac. Se trata de un informe autobiográfico de Wiesel sobre su internamiento en el KZ Auschwitz. Pero allí, en la primera edición, ¡Wiesel no menciona las cámaras de gas! La opinión de Wiesel en 1958 era que los alemanes exterminaban a los judíos arrojándoles vivos en el fuego (de ahí la expresión “Holocausto”). Hacia el final del libro (pp. 129-135) se encuentra un episodio llamativo. En enero de 1945, relata Wiesel, los alemanes permitieron a cada interno decidir entre retirarse con ellos o esperar en el KZ la llegada de los rusos. Wiesel cuenta que él y su padre, tras seria reflexión, resolvieron acompañar a la SS en su retirada (los exterminadores) en vez de esperar a los rusos (los liberadores).
Hemos dicho que en 1958 Eli Wiesel no informaba de cámaras de gas, algo que puede comprobarse con la primera edición. Pero hacemos una observación cuyo significado el lector atento comprenderá. Un presupuesto del derecho de información y del trabajo científico es que los diversos ejemplares de un libro contengan texto idéntico y que las traducciones no se aparten en puntos esenciales de la versión original. La obra La Nuit fue traducida al alemán por Curt Meyer-Clason con el titulo Die Nacht zu begraben, Elischa (München, Ullstein, 1962). Pase la dramatización del íitulo, pero por lo menos en catorce lugares, donde el texto francés dice “crematoire” la traducción alemana pone “Gaskammer” (cámara de gas). Saque el lector sus propias conclusiones.

ASPECTOS TECNICOS

En el segundo proceso a Zündel ni Hilberg ni Vrba estaban dispuestos a someterse a un interrogatorio controvertido. Pero la sensación vino del Informe Leuchter. Los detalles técnicos del Holocausto, relegados desde el principio, pasaron así al primer plano. Antes se podía escribir con plena libertad. ¡Qué tiempos aquellos! Por ejemplo Eugene Kogon, en su obra más conocida, escribía bajo el subtítulo de Cámaras de Gas:
“No pocas veces, cuando las cámaras de gas estaban repletas, se arrojaba a niños pequeños por las ventanas. Según la cantidad de gas, la muerte por asfixia duraba de cuatro a cinco minutos.” (Der SS Staat, München, Heyne Verlag. 1977 pp. 185s).
La verdad es que es grandioso cómo podían escribir estos embusteros: ¡una cámara de gas con ventanas! ¡Y un gas cianhidrico que se liberaba casi instantáneamente de las pastillas de Zyklon B para provocar muerte por asfixia! Hoy día, los holocaustistas envidian esos tiempos pasados.
Aclaremos unas nociones básicas, Zyklon B era el nombre comercial de un fumigante muy efectivo contra los piojos (los norteamericanos desinfectaban con DDT), en forma de pastillas o granulados que liberaban gas en contacto con el aire. El Zyklon B sigue existiendo bajo el nombre de Cyanosil, producido por la firma Detia Freyberg Gmbh. En las informaciones para el uso del producto se notifica que sólo con temperaturas por encima de los 20º C se emite un 80-90% del ácido cianhidrico en unas dos horas, mientras que durante los primeros 5-10 minutos se volatiliza un 10% del gas; es decir, la volatilización es lenta.
Leuchter, considerado en USA experto en la construcción de cámaras de gas, visitó Auschwitz con un pequeño equipo de colaboradores, efectuó su peritaje, tomó muestras de las paredes de las cámaras de gas y de los recintos de desinfección... e hizo analizar las muestras en un instituto americano. Sus resultados pueden resumirse así:
1. Falta de puertas y ventanas herméticas. El gas tóxico pudiera escapar y matar a los asesinos; las ventanas podían ser destruidas por las víctimas en cada ejecución.
2. Falta de pintura o revestimiento en las paredes que impida la absorción de cianuro. Las paredes emitirían por largo tiempo ácido prúsico, dificultando el transporte de los cadáveres.
3. La ubicación de los edificios es inadecuada: el lugar mencionado como cámara de gas en las proximidades del Crematorio 1 podría explotar; además, se encuentra muy próximo al Hospital de la SS. Para colmo esa “cámara de gas” está conectada por un sumidero a la canalización del KZ: el ácido prúsico podría penetrar en otros edificios.
4. Siendo los recintos húmedos y estando desprovistos de calefacción se impide la efectividad del Zyklon B, que es absorbido por la humedad.
5. Las puertas, cuando éstas existen, se abren hacia adentro, con lo cual se dificulta aun más el transporte de los cadáveres.
6. El producto Zyklon B no es adecuado para ejecuciones porque despide el ácido prusico muy lentamente.
7. En las paredes de las supuestas cámaras de gas o no se encontraron concentraciones cianhidricas o en cantidades ínfimas (de 0 hasta 7 mg CN por kg) mientras que en las cabinas de desinfección (para la ropa de los internos) se encuentran restos en el orden de los 1050 mg CN por kg. Si se hubieran efectuado realmente las ejecuciones por gas, deberían encontrarse en las supuestas cámaras de gas, restos cianhidricos aun más altos que en las cámaras de desinfección, dada la escasa ventilación y la humedad de las paredes.
En otras palabras: si las cámaras de gas fueran el arma homicida, entonces el arma estaba descargada.
Esta investigación fue confirmada de una manera espectacular por el trabajo del Germar Rudolf, que con minuciosidad encomiable estudió el problema de las combinaciones del ácido cianhidrico (HCN, Blausäure) y el material ferroso de las paredes bajo las condiciones iniciales de un proceso de gasificación. Su argumentación puede resumirse de una manera muy simple:
- Uno: Si hubieran existido cámaras de gas del modo comúnmente aceptado, las paredes deberían presentar aun después de un siglo, mientras exista el material, concentraciones producidas por el contacto con el ácido cianhidrico.
- Dos: en las pruebas tomadas en Auschwitz y analizadas por el Instituto Frisenius no se registran esas concentraciones.
Es curioso que en las cámaras de desinfección de ropa, efectivamente, se observan esos residuos. Son detectables a simple vista, por la formación del intenso “azul de Prusia”. Los resultados de Rudolf no sólo confirman la idea del Informe Leuchter, sino que establece de un modo exacto, por análisis químico, las reacciones y combinaciones que deberían producirse en los muros por la emisión de gas.
Como los exterminacionistas pudieran replegarse en la muerte por el gas de los motores Diesel (recordar el Informe Gerstein) Rudolf solicitó a Friederich Paul Berg la confección de un estudio sobre Treblinka y otros campos de concentración donde se afirma el exterminio por ese método. El resultado es igual de contundente y fatal para los exterminacionistas. Ante todo los testimonios que se aducen -y ellos son la única prueba que se ofrece- coinciden en adjudicar una coloración azul a los cadáveres; la coincidencia se debe al interés por confirmar lo que dice el Informe Gerstein. Pero el CO (monóxido de carbono) provoca en las víctimas una coloración rojo cereza o rosada. Este hecho puede corroborarse en cualquier manual de toxicología y por cualquier medico forense. Envenenamientos de CO son muy conocidos a causa de los accidentes domésticos, con gas de cocina, o en garajes.
Podemos preguntarnos ahora cuánto CO se necesita para matar a un ser humano en media hora, y cuanto CO puede producirse por emanaciones de motores Diesel. Desde 1920 fue creciendo el estudio toxicológico de muertes por monoxido de carbono, de modo que se dispone de resultados firmes. Una concentración de 100 ppm (partes por millón de partes de aire) de CO no presenta problemas, mientras 4000 ppm son mortales en menos de una hora de exposición. La llamada “Regla de Henderson” :
% CO x tiempo de exposicion=constante de efectividad del gas
establece que en cada envenenamiento la concentración está en proporción inversa al tiempo de exposición. En otras palabras, para matar por gas en media hora se necesita el doble de concentración que para matar en una hora. De acuerdo a los experimentos de laboratorio y las pericias forenses, es necesaria una concentración de CO entre 0.4% y 0.8% para provocar la muerte en una media hora.
Por otra parte el motor Diesel trabaja de una manera diversa que el motor de gasolina. Una proporción de aire/combustible igual a 100, por ejemplo, significa que por cada gramo de combustible consumido, 100 gramos de aire son introducidos por el motor. A menor proporción mayor producción de CO. Los motores de gasolina trabajan con un déficit de aire, los Diesel con un superávit. Si un Diesel marcha en vacío, la proporción de aire y combustible es de 200 :1 ; si marcha con carga plena alrededor de 18 :1. Debido a la gran cantidad de aire el combustible es consumido casi en su totalidad, de modo que en comparación con el motor de gasolina se produce muchísimo menos CO, y esa cantidad de gas se ve diluida por el superávit de aire. Elegir un motor Diesel como fuente de CO es simplemente ridículo.
No es sensato arreglar un motor Diesel para que produzca 0.4% CO cuando cualquier motor de gasolina produce 7%. Tampoco es sencillo lograr que un motor Diesel se acerque a la marca de 0.4% de CO y para eso, entre otras medidas, hay que someterlo a carga completa. En ese caso habría espectaculares efectos colaterales: humo espeso, mal olor, y un estrépito muy superior a los gritos de las víctimas. Ninguno de los testimonios de “testigos presenciales” menciona ni la humareda, ni el olor, ni el ruido. Notable, notable.
El exterminio se ha producido mediante un motor Diesel metafísico. Y el gas del Holocausto no deja huellas.

LA PRUEBA MEDIANTE FOTOS METAFISICAS

A lo mejor Usted oyó que hay pruebas fotográficas del Holocausto. Es verdad. Y la calidad de esas pruebas concuerda con la calidad de los documentos de los que ya hablamos. Para los exterminacionistas no hay montaje ni retoque suficientemente burdo como para desdeñarlo.

Ilustración 4 :
Supuesta incineración al aire libre de víctimas gaseadas en Auschwitz
Ilustración 5
Reproducimos acá una fotografía celebre, publicada miles de veces, que se exhibe aun hoy en el Museo de Auschwitz y que aparece como gran prueba en la bibliografía pertinente. Se trataría de una hoguera para incinerar al aire libre a los muertos en la cámara de gas del Crematorio V de Auschwitz-Birkenau.

Desde luego, la gente suele mirar sin concentración, viendo sólo aquello que se le sugiere debería ver.
¿Y qué se debería ver aquí? En el reciente libro del exterminacionista Till Bastian Auschwitz und die “Auschwitz-Lüge” (München, Beck Verlag, 1995), destinado a refutar a los revisionistas, se reproduce en la pag. 48 la foto de la Ilustración 5 con la leyenda: “Una foto tomada en secreto por un interno, que muestra un comando especial (Sonderkommando) quemando cadáveres en la fosa cercana al Crematorio V de Birkenau”. Ajá. Sobre esta foto podrían hacerse varias observaciones criticas, pero vamos a limitarnos a una sola.
Un vistazo a la ampliación (Ilustración 5) basta para advertir el retoque con cuerpos de anatomía salida de una ficción de Lovecraft. Obsérvese además el largo de los brazos de la figura que se movería pisando los cadáveres.
La obra de Till Bastian, que debería ser una respuesta a Remer, ofrece casi siempre un método refutatorio impresionante: simplemente hace caso omiso de los argumentos rivales y repite las fotos consabidas, que Remer ya denunciara como falsificación.
Los exterminacionistas dispusieron de tiempo suficiente como para presentar la documentación gráfica. Dado que la técnica de diseño gráfico por computación permite fingir fotos de modo perfecto, el problema de las pruebas gráficas debe limitarse a aquellas que hayan aparecido hasta mediados de los años ochenta. Los revisionistas pueden añadir una victoria más a su campaña mediante la evaluación esterométrica de las fotos aliadas sobre los KZ. John Clive Ball ha resumido sus resultados en “Luftbild Beweise [Pruebas mediante Fotos Aéreas] en la obra ya citada de Gauss, pags. 235-248. Por algún motivo, los rusos no han dado a conocer hasta la fecha ninguna de sus fotos de esclarecimiento.

EPILOGO

Esta larga exposición, glosa heterodoxa a la Teología del Nuevo Orden Mundial, quiere invitar al lector a que escuche las dos campanas: audiatur et altera pars. Esta actitud se califica de antisemita, yo nos imaginamos por qué. Habíamos hablado al principio de un dilema herético, ponderando qué consecuencias se seguirían si el relato del Holocausto fuera falso. Acaso recordamos lo que escribió Nietzsche en 1881 con clarividente lucidez:
“Entre los espectáculos a que nos invita el próximo siglo se cuenta la decisión sobre el destino de los judíos europeos. Que ellos ya han arrojado los dados, que ya han cruzado su Rubicon, es algo ahora tangible. A los judíos sólo les queda, o bien volverse los amos de Europa, o perder Europa, como perdieron Egipto, donde estaban colocados frente a un dilema semejante.” (Morgenröte 205)
Iniciamos este trabajo con una cita de George Orwell: “Who controls the past, controls the future: who controls the present, controls the past”. ¿Quien controla el pasado? En su visita a Alemania el 20.1.1996 el presidente de Israel, Weizman, se permitió un discurso en el Parlamento insultando a los alemanes, pero felicitando a los legisladores por su lealtad, al perseguir a los historiadores revisionistas, confiscar y destruir sus publicaciones.
Usted, que ha sido a través de estas paginas nuestro cómplice, piense a partir de aquí como quiera.

1 comentario:

NT dijo...

Buen blog tío, un saludo, 88

LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Artículo 6o. La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado.
Artículo 7o. Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. Ninguna ley ni autoridad pueden establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. En ningún caso podrá secuestrarse la imprenta como instrumento del delito.

(Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos)


El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)


Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión

(Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.)


- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a "Libertades "del Tratado para el que se establece una Constitución Europea)

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